28 abril, 2024

Ugo Velazco, el autor huancaíno ganador del Premio del Cuento de las Mil Palabras de la revista Caretas, publicó el año pasado El camino de las flores (Dendro Ediciones, 2023), un libro que demuestra sus dotes de cuentista y narrador de fuste, de gran habilidad, talento o distinción para contarnos historias que van más allá de lo común, de lo cotidiano, con cierta aura de misterio y enigma de la cultura oriental y, en particular, de la japonesa, mezclada y sincretizada con la peruana y, en singular, de la regional.

Al adentrarme al universo de este libro de relatos, descubrí que contenía toda la magia que fluye en la mayoría de sus composiciones cuentísticas desde que Ugo Velazco encontró su estilo propio, singular, y desde que conoció el oficio como lo enseñó uno de los mejores narradores argentinos de los últimos tiempos: Ricardo Piglia, el monumental autor de Respiración artificial (1980), Los diarios de Emilio Renzi (2016) o Plata quemada (1997).

En efecto, en sus tesis del cuento, Ricardo Piglia afirmaba que los cuentos modernos o, en este caso, los mejores relatos siempre contaban dos historias: la última emergía en la parte final del cuento y que cambiaba el panorama completo de la historia. Es decir, unos datos casi escondidos (del que Hemingway fue el gran representante) estructuraban subrepticiamente o de forma implícita una gran historia. Aquella iba camuflada con la narración que se contaba y que solo al final se esclarecía completamente. Eso encontramos en Ugo Velazco, cuyas narraciones en el lado estructural del relato tienen dicha característica.

Los diálogos, en las narraciones de El camino de las flores, tienen algo de sentencioso y enfático, como si el autor de Junín haya leído muy bien a Gabriel García Márquez, quien es uno de los grandes exponentes de esa cualidad. Los personajes del buen Ugo Velazco hablan con la experiencia que los ha acompañado durante toda su vida, y representan muy bien su personalidad, su psicología, su forma de ser. Así es. El habla de los protagonistas no es gratuito o sacado fuera de contexto, sino que ayuda demasiado para componer las historias.

Entre los cuentos destacados encontré, por ejemplo, el relato que abre el libro: “Shi ni”. Es un cuento profético, vidente, cargada de la superstición o cosmovisión japonesa. Es la historia de un japonés (Daisuke) afincado en la selva peruana, donde tiene su mujer y su hijo, quien, al ver la distribución especial de unos tallos de arroz entre los sembríos, sufre una epifanía que le vaticina su partida de este mundo. Al final, de forma simbólica, encargará a su hijo la búsqueda del bonsái que sembró de joven para que él pueda despedirse de este mundo con paz y tranquilidad.

Otro cuento que me encantó fue “El guardatiempo”, un relato con mística y cabalística basado en un objeto personal y único que, como todos los lectores bien informados conocemos, recuerda al “Aleph”, “la piel de zapa”, “el retrato de Dorian Gray”, entre otros tesoros que la buena literatura nos ha ofrecido con respecto a la adoración del tiempo y su mito de eternidad y de la vida perpetua. En este caso, es un reloj de pulsera de origen nipón y que tiene un aura de misterio y de encanto entre los protagonistas.

“El camino de las flores”, el relato que da título al libro también es uno de los más destacados y refleja, como las mejores composiciones del libro, la cosmovisión japonesa. En este caso, los protagonistas (el maestro y la discípula) son amantes del ikebana, que es el arte del arreglo floral, una práctica altamente estilizada que involucra el equilibrio, la armonía y el uso cuidadoso del espacio negativo. En ambos protagonistas se creará un lazo muy estrecho y espiritual.

Otros cuentos interesantes son “El desconocido”, dedicado a Edgardo Rivera Martínez, a quien le rinde tributo, en particular a su pieza magistral cuentística “Ángel de Ocongate”, y versa, como en la creación del autor ya fallecido del centro del país, sobre un danzante de tijera y sus sucintas experiencias de vida. Y también “Yan ken pó”, la historia de unos jovencitos que ingresan a la casa de un japonés para herirlo, torturarlo y secuestrarlo; y cuyo final de dicho acto cruel llamará la atención de los lectores.

El libro tiene doce relatos que son testimonios de su maestría en la escritura. Con una prosa elegante y una narrativa envolvente, el autor transporta a los lectores a mundos sugestivos y personajes enigmáticos con un aura oriental o sincretizado con el mundo andino o selvático en sus acciones, en sus pensamientos y en sus diálogos. Su capacidad para crear atmósferas vívidas y profundas reflexiones sobre la condición humana hace que cada página sea una experiencia enriquecedora. Por ello, este libro debe ser leído por todos los amantes de la buena literatura.

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Francois Villanueva Paravicino

Escritor. Estudió Literatura y la maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019), Sacrificios bajo la luna (2022), Los placeres del silencio (2023). Mención de honor del Premio Nacional de Relato Corto (2023) “Feria de Libro de Amazonas”. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relato (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España.

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