2 mayo, 2024

Esta semana comencé a dictar un pequeño taller de escritura de relatos a través de la organización de la Asociación de Escritores de Ayacucho (AEDA). Con ello, empecé a priorizar la lectura de libros de relatos, que existen en miles si contamos a todos los escritores del mundo, y que, como diríamos con los mejores lectores que han existido en este planeta, nos faltaría una vida y otras para terminar de leer todo lo que se ha escrito en literatura.

José Donoso concibe el cuento como un destello; Quiroga como una flecha disparada al blanco; Cortázar como un sistema atómico o una fotografía. El cuentista es, según Norman Mailer, un artesano; o un astrónomo de las palabras, según Cortázar. Según Roberto Reyes Tarazona: “Los cuentos memorables son aquellos que ofrecen una historia limpia, nítida, producto de una lógica tan consistente e inevitable como la vida misma”. Y recuerda que para ello se debe disponer de “una sólida estética y un gran dominio técnico”.

Con esas expectativas, comencé a leer 17 narradoras latinoamericanas (Peisa, 2002) de 17 autoras, donde, según el prologuista de la antología, Ramón Luis Acevedo, de la Universidad de Puerto Rico, se reúnen a las voces más representativas de hasta entonces de la literatura femenina de este lado del continente en idioma español, que, según el académico, han escrito esos cuentos que pasarán a la posteridad como grandes creaciones que se han producido a lo largo del siglo XX en la narración corta.

Lo bueno del libro es que, antes de comenzar con el cuento seleccionado, existe una especie de comentario o testimonio de las autoras sobre su vocación de escribir cuentos o sobre su elección de la literatura; además, ciertos datos sobre el relato que ha sido seleccionado y que solo ella sabe como autora. Por ello, existen grandes reflexiones sobre el oficio de la escritura y sobre qué significaba ser escritora en esos tiempos.

Los relatos que me gustaron en exceso (porque todos son buenos) son los de Isabel Allende (“Cartas de amor traicionado”), Clarice Lispector (“El primer beso”), Cristina Peri Rosi (“En la playa”), Montserrat Ordóñez (“Una niña mala”), Elena Poniatowska (“Cine Prado”) o el de Mariella Sala (“El lenguado”). Todos esos cuentos el lector lo puede disfrutar de principio a fin y aprender mucho de ellos. Comienzan fenomenalmente, se desarrollan con genialidad y culminan de forma redonda; es decir, son cuentos logrados.

En sus comentarios a la antología, Isabel Allende revela lo siguiente: “Yo creo que la humanidad tiene necesidad de historias. Las historias son a la sociedad lo que los sueños son al individuo. Si nosotros como seres humanos no soñamos, nos volvemos locos”. Además, afirma lo siguiente: “Es lo que me salva a veces de la locura, a veces de la depresión, a veces del suicidio”. De una escritora que le ha dado mucha importancia a la literatura, no se puede esperar cosas menores, y eso lo ha demostrado con fundamento en el relato de esta antología.

Clara muestra es el relato seleccionado en esta antología. Por ejemplo, otro gran testimonio del oficio de la escritura es el de Cristina Peri Rosi, quien afirma: “…escribir me pareció, desde pequeña, una superación… Leer y escribir son, pues, superaciones de las fronteras históricas, de edad, de sexo y de biografía”. O, además, el testimonio de Elena Poniatowska, quien, a través de recordar su trabajo también como periodista y entrevistadora, destaca: “Mi trabajo literario está hecho un poco a base de diálogos”. Los cuentos de ambas escritoras son monumentales.

Mariella Sala, por su parte, afirma: “Durante muchos años busqué un tono para expresarme a través de la literatura. Fue la etapa del aprendizaje y la admiración a los grandes maestros. Finalmente encontré mi propia voz al empezar a escribir cuentos sobre el mundo interior de las mujeres… Cada cuento es un fragmento de una misma historia, la historia de una sensibilidad, un tiempo, un lugar, un balneario”. Es una gran verdad que muchos maestros de la literatura lo han destacado siempre.

Esta antología de relatos de mujeres ofrece un fascinante tapiz de voces narrativas que exploran la complejidad de la experiencia femenina. A veces adoptan la voz femenina (en la mayoría de veces ocurre eso) y en otras las masculinas. Desde perspectivas diversas, cada autora teje historias que desafían estereotipos y revelan la riqueza y la diversidad de la vida de las mujeres, y sobre su concepción que tienen del punto de vista de los hombres, a partir de personajes masculinos. Por ello, este libro ilumina las múltiples facetas del ser mujer en el mundo contemporáneo.

===================

Francois Villanueva Paravicino

Escritor. Estudió Literatura y la maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019), Sacrificios bajo la luna (2022), Los placeres del silencio (2023). Mención de honor del Premio Nacional de Relato Corto (2023) “Feria de Libro de Amazonas”. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relato (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España.

About The Author

¿Qué opinas?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *