30 abril, 2024

¿Es que no pueden dejar de beber? La verdad que no deja muy buena impresión, cuando la música se entrevera con el alcohol, y se siente ese hedor, al paso de la gente, que hace que algunos se aparten del espectáculo. Los carnavales son bellos, cuando no existen ebrios en el entorno, el canto es mágico, cuando las voces de los artistas, ofrecen matices.
La época es de carnaval, de cánticos, de alegría, de serpentinas y talco; de querencias, aplausos, abrazos y vítores; todo ello es hermoso, como la melancolía del recuerdo, de un amor inolvidable, que vuelve y se aloja en nuestros pensamientos; el arte es capaz de hacernos congojar, pero también reír, y gozar, no embriaguemos la música con la cerveza.
Ayer, transitando, de vuelta a casa, nos confundimos, entre cantores y borrachos, algunos que se caían, otros que balbuceaban, con voz gangosa, envenenados por el alcohol, esto nos hizo apurar el paso, y casi correr, mirábamos de reojo el escenario, y el disfrute de los artistas, era evidente; buscar amigos y saludar, no es fácil, cuando el efluvio es corrosivo.
Las calles estaban cerradas con cintas de plástico, para impedir el paso de los vehículos; las arterias anochecían, y los sombreros, ponchos y polleras, hacían una pausa, las chicas, chicos, jóvenes y viejos, estaban ataviados, con sus indumentarias para la ocasión; bien por ellos, parecía, que empezaba la fiesta, unos gozaban y reían, otros solo observaban.
Cada quien, disfruta como quiere, podrían decir los más obcecados, pero cuando uno observa una ruma de cajas de cerveza, una encima de la otra, no puede hacer otra cosa que estremecerse, sin terminar de entender, por qué el trago, es tan necesario en una fiesta, si esto fue el lanzamiento del carnaval, imaginemos, que podría pasar más adelante
Dicen que sin trago, no hay alegría, porque es como el condimento para la comida, pero bien sabemos, que el exceso de saborizantes, generan daños irreversibles en el organismo de la persona, con el alcohol pasa lo mismo, su consumo, en grandes proporciones genera cáncer, esto parece no entender cierta gente, que no escatiman gastos para embriagarse.
Ayer el trabajo, si nos saturó, fue un día, pese a la soledad del edificio, muy laboriosa, como para concluir el último día de la semana, lejos del maloliente alcohol, que infesta todo el entorno festivo, pasa cuando la ciudad acusa somnolencia y se tiñe de azabache, entrada la noche, la iluminación no importa, cuando de gozar se trata, y la fiesta continúa.
Pronto, tendremos el pukllay, y la historia volverá a repetirse, al final tendrán mucha labor los trabajadores de limpieza, habría que ver, cuantos galones de cerveza se consumen y cuánto trago se meten al estómago los carnavaleros más tradicionales, dicen que la caña y el alcohol los enfervoriza, hasta terminan las mujeres gestando: una fiesta con sorpresas.

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