En la universidad, en el segundo año, en el curso de Teoría Literaria I, una de las lecturas recomendadas, pero no obligatorias, era El criticón, de Baltasar Gracián, que, de serlo (estar como necesaria para aprobar el curso), hubiese priorizado su lectura entonces. Yo sabía que el libro era muy recomendado por escritores, filósofos, políticos, artistas, teóricos, académicos; y por fin pude leerlo por completo durante la última semana de diciembre del año pasado y los primeros días de este 2024. Y es cierto: es una obra maestra de la literatura filosófica y universal.
Publicada en tres partes en diferentes tiempos (1651, 1653 y 1657), me recordó a la lectura de los Diálogos del buen Platón, que, como atribuyen al genial Albert Einstein este pensamiento, si aquel filósofo griego hubiese vivido en el siglo XX hubiese merecido el Nobel de Literatura. Ya por sus figuras retóricas, sus anécdotas de gran experiencia vital, su prosa cuidada, su alto contenido de enseñanza moral, sus efectos literarios. La literatura de Baltasar Gracián también es digna de ser leída y releída siempre.
Lo destacado del libro es su planteamiento del pesimismo, del desengaño, del espíritu crítico, desarrollado en forma de sátira social, de epopeya moral, de didactismo erudito y de destreza literaria, del que se vale Baltasar Gracián a través de sus personajes, entre los principales Andrenio y Critilo, quienes, a través de conversaciones, diálogos, aforismos, sentencias, proverbios, refranes, antítesis, juegos de palabras, destacadas oratorias, plantean su cosmovisión del mundo, del pasado, del presente y del futuro.
La frase más recurrente del libro y la que podría resumir su perspectiva intelectual es “El mundo está al revés”, que, como repetía Guamán Poma de Ayala en los inicios de la colonia y que podría haberlo leído de Baltasar Gracián, revela los tiempos críticos que se vivían en el conceptismo barroco español que se desarrolló hasta inicios del siglo XVII, por ejemplo, con Miguel de Cervantes en El Quijote, o Fernando de Rojas en La Celestina.
En efecto, el autor no se cansa de repetir en el libro que en este mundo “los malos tienen más” o “los buenos tienen menos”, y así otras extravagancias relacionadas con la sabiduría, la justicia, el amor, la vida, la muerte u otros, que, como ocurre en las obras clásicas de la literatura universal, son temáticas de principal importancia en el desarrollo de su contenido. Es decir, son libros que enseñan a vivir o a conocer este mundo lleno de incongruencias, irregularidades, imperfecciones, desencantos, que, sin el arte, las emociones o la literatura, sería mucho menos soportable de lo que realmente es.
De las frases que rescato del libro, por ejemplo, destaco esta: “¡Oh monstruosa codicia de los hombres!”. O esta también: “que todo este universo se compone de contrarios y se concierta de desconciertos”. O “y los poetas, que por obligación mienten y por regla fingen, pero que los sabios y los filósofos estén con esta vulgaridad no lo puedo sufrir”. O “que el primer paso de la ignorancia es presumir saber”. O “el que una vez es pobre, siempre es pobre; y de esta suerte, todo el mundo lo hallaréis desigual”. O “pero está ya el mundo tan depravado, que los mismos remediadores de los males los causan en todo género de daños”.
Es magistral también esta frase dicha por Quirón, otro juicioso al igual que Critilo: “la virtud es perseguida, el vicio aplaudido; la verdad muda, la mentira trilingüe; los sabios no tienen libros, y los ignorantes librerías enteras; los libros están sin doctor, y el doctor sin libros; la discreción del pobre es necedad, y la necedad del poderoso es celebrada; los que habrían de dar vida, matan; los mozos se marchitan y los viejos reverdecen; el derecho es tuerto; y ha llegado el hombre a tal punto de desatino que no sabe cuál es su mano derecha, pues pone el bien a la izquierda, lo que más le importa le echa a las espaldas, lleva la virtud entre pies, y en lugar de ir adelante vuelve atrás”.
Estas frases que he destacado sólo están hasta la página 64 de la edición de Oveja Negra, pero hay otras más de 400 páginas llenas de otras frases de igual calibre, de vital importancia y de mucha verdad para los pesimistas. Recordemos que de Baltasar Gracián aprendieron los filósofos alemanes Arthur Schopenhauer o Friedrich Nietzsche, y, en general, todo el pensamiento occidental de los años posteriores. Es decir, uno de los pocos filósofos españoles de gran influencia universal.
A lo largo de la obra, Gracián critica la hipocresía y la superficialidad de la sociedad de su tiempo. Utiliza la historia de Critilo y Andrenio para destacar las debilidades y defectos humanos, así como para proponer una visión más profunda y auténtica de la existencia. La obra se caracteriza por su estilo barroco, que implica una riqueza y complejidad tanto en la forma como en el contenido. Gracián utiliza la agudeza conceptual para expresar sus ideas de manera ingeniosa y a veces enigmática. Por ello, cien por ciento recomendada.
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Francois Villanueva Paravicino
Escritor. Estudió Literatura y la maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019), Sacrificios bajo la luna (2022), Los placeres del silencio (2023). Mención de honor del Premio Nacional de Relato Corto (2023) “Feria de Libro de Amazonas”. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relato (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España.