Escribe: Marcelino Borda Paredes

Pasado los idus de la década de los ochenta, tropecé con Vallejo y su obra poética completa (Mosca Azul Editores SRL, 1983), en la librería Santa Isabel que por entonces estaba ubicada en el jirón Ramón Castilla al costado del mercado de abastos. No lo pensé ni dos veces y lo adquirí de inmediato. Este es mi libro de cabecera, que hasta el día de hoy (en que escribo estas líneas), me acompaña y siempre que puedo, lo vuelvo a releer, desgranando subjetivamente cada concepto para luego engarzar todos esos conceptos sueltos y perderme en los vericuetos de una y otra interpretación.

De todos los poemas, contenidas en el libro, el que me causó una verdadera conmoción en mi universo estático fue el poema que inicia en la página 58 y termina en la 59 titulada: “Espergesia”; título por ese entonces incalificable; pero desde el nombre, aquel poema, rompió todos mis moldes mentales en estaba encasillado mi capacidad de asombro.

Aquello quedo grabado en mi ser, razón por la cual me atrevo a escribir en este momento aquel instante iniciático donde comprendí que los poemas no solo sirven para tratar de describir el indescriptible sentimiento de los amores y desamores humanos, sino que sirven también para describir algo totalmente diferente.

Pero esta no es una historia que cuenta el cómo llegue a comprar un libro, esta historia, por el contrario, contiene una confesión y declaro que hasta este momento estaba convencido, que el poema de Vallejo titulado: “Espergesia” fue un neologismo realizado por el mismo autor. Declaro que estaba convencido, reitero “estaba” del pretérito imperfecto del verbo estar, que describe una acción o estado en el pasado. Pero las cosas a partir de este momento han cambiado, no sé si para bien o para mal.

¿Qué ocurrió entonces para que se produzca ese cambio? Debo, antes desarrollar algunas cuestiones previas, para mayores elementos de juicio.

En el duro ajetreo que se requiere para navegar en los mares intelectuales y no extraviarse, llegué a conocer a Nietzsche y su obra “Así Hablo Zaratustra” que resultó ser su vez una entrada a un enorme océano de cuestionamientos sobre todas las cosas en que uno ha creído y sigue creyendo que esas cosas son inamovibles “ad infinitum”, estables e incólumes. En aquel maremágnum creado por este Titán, solo comparado, quizás, con otro Titán llamado Borges y sus imperecederos cuentos entre ellos “El Aleph”; pues bien, en ese océano de cuestionamientos hallé una perla de gran valor, esa joya que hallé por pura coincidencia es el artículo de Jim Achante Arias titulada: “ESPERGESIA” AS RHETORICAL STRATEGY IN THE POEM OF THE SAME NAME” publicada en “METÁFORA” revista de literatura y análisis del discurso N°1, publicada en agosto del año 2018, donde hallé al fin un cierre al misterio de la palabra “Espergesia”.

Achante va directo al grano y señala a otro autor que él toma de referencia: Gonzales Vigil Ricardo, quién en el libro de su autoría titulado “Leamos juntos a Vallejo. Los heraldos negros y otros poemas juveniles. Tomo I” (fondo editorial del BCRP- 1988), Gonzales nos cuenta que la palabra “Espergesia” no es un neologismo creado por el poeta Vallejo, porque el termino aparece en el “Diccionario de Autoridades (1726-1739) de la Real Academia Española y que designa a: “…figura rhetórica. Declaración de la sentencia o cosa que se ha dicho, quando se explica con más palabras, para su mayor expresión y ornato, las cuales son casi de una misma significación, o cuando se truecan las cláusulas y sentencia para su mejor inteligencia…” Achante, indica además que la palabra figuraba hasta 1968 en la “enciclopedia del Idioma de Martin Alonzo Pedraz” hasta que finalmente, fue engullido por las fauces del arcaísmo y olvidado por la actualidad del modernismo.

Vallejo nombró a su poema con un término antiguo con la finalidad de dotarla de una expresividad única y sorprender al desprevenido lector. “Espergesia” por tanto no es una invención, no es un neologismo es una figura retórica. Desde que lo leí por primera vez, la inquietud de saber que significaba “Espergesia” fue una de mis obsesiones. En esta ocasión esa inquietud y esa obsesión, pueden finalmente descansar en paz.

UNA CONSIDERACIÓN INTEMPESTIVA FINAL.

¿Es posible que se lea a Vallejo en una etapa donde reina la imagen, el facilismo y el mundo digital? ¿En un país donde no se lee un libro completo, de acuerdo a las estimaciones publicadas en RPP noticias en fecha 12 de abril de 2017?

Hallar una sola respuesta es harto complicado, sin embargo, lectores de Vallejo, los hay, son pocos, pero son… son personas que hallaron la felicidad en la lectura. Esta escasez de lectores quizás se deba a la suma de muchos factores sociales y políticos o simplemente porque al peruano no le interesa leer. Pero lo importante es que existan esos pocos que leen y son felices; Borges, en algún momento sentenció: “…no se puede obligar a nadie a ser feliz.”

Hay personas que leen no necesariamente a Vallejo, porque quizás prefieren leer novelas o libros de ciencia ficción u otro género literario, bien por ello, pero debemos tener en cuenta que no todo lo que brilla es oro, porque la calidad es un bien escaso y en un universo donde prima el negocio, las ganancias, se impone la estandarización sobre la calidad, en ese sentido cabe preguntarnos: ¿Por qué leo y para qué leo?

Mario Vargas Llosa en su obra “La civilización del espectáculo” (Mayo 2012, Santillana S.A.); expone que la tendencia actual es el consumo de lo fácil, de novelas light para lectores pasivos, libros que te entretienen, pero que no te generan dudas o problemas, donde apenas te requieren hacer un mínimo de esfuerzo intelectual, que en el mejor de los casos, permanezcas como sedado, en un estado de ensoñación, casi catatónico; ese efecto lo logra la TV, las películas o series que se ve en la internet y en las diferentes plataformas de streaming; por tanto la lectura vendría a ser en el actual escenario, para una gran mayoría de personas, una opción para tener algo en que entretenerse.

A Vallejo todo el mundo lo puede leer, pero no todo el mundo puede desmarañar adecuadamente el mensaje implícito que existe en sus poemas, como por ejemplo en el poema “Espergesia”; porque el proceso, de desmarañar el mensaje requiere de una mayor concentración intelectual. Giovanni Sartori en su libro “Homo Videns” (Penguin Randon House Grupo Editorial – sexta reimpresión: enero 2018); señala que toda persona utiliza dos tipos de palabras, uno de los tipos, son aquellas palabras que describen cosas que se pueden observar y las palabras del segundo tipo, son aquellas que describen conceptos abstractos que no tienen relación con algo que se pueda observar; por tanto, cuando se lee para comprender, se produce la actividad de relacionar las palabras que se observa, en el libro, con los conceptos que se tiene en la memoria.

Cada persona ostenta su propia perspectiva, esto dependerá de cada contexto en que se vea rodeado y de las decisiones que tome, esto no es algo nuevo, ya lo dijo Nietzsche en su libro “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral” (Editorial TECNOS, S.A., 1996); y será desde esa perspectiva individual que la persona interprete el poema “Espergesia”. Habrá tantas interpretaciones como personas que leyeron el poema. Umberto Eco, en su libro “Los límites de la interpretación” (Penguin Randon House Grupo Editorial, 2013) deduce que las interpretaciones de un texto pueden ser infinitas, pero no todas las interpretaciones dadas, son buenas. Por mi parte añadiré, además, del grupo de esas interpretaciones que pueden calificarse como buenas, solamente una es la interpretación correcta.

En el presente caso me viene a la memoria T.S. Eliot y su obra titulada “la Tierra baldía”; quién para una mejor comprensión de su obra añadió al final del libro: “notas… a la tierra baldía” donde otorga al lector una importante herramienta para su mejor interpretación y comprensión de sus poemas. En este punto, me atreveré a señalar que, en medio de un maremagnun de interpretaciones infinitas, la única interpretación valida de un texto es la que emana del mismo autor, el resto, por muy buenas que sean, solo son, meras ilusiones intelectuales y los más, son meras especulaciones.

Cesar Vallejo, a diferencia de Eliot, dejó algunas escasas pistas para entender el poema “Espergesia”, en el quinto verso puede apreciarse que “Enero y Diciembre” inician con mayúscula, (algo debe significar), como por ejemplo los nombres propios se escriben al inicio con una mayúscula. Lamentablemente este detalle pasa desapercibido, porque a excepción de la edición de Seix Barral “César Vallejo – Poesía Completa, 2018. Edición, prólogo y notas de Ricardo Gonzáles Vigil; en otras publicaciones, obviaron este detalle, no respetaron la originalidad del texto y la intención del autor, porque las palabras enero y diciembre aparecen escritas en minúsculas.

Borges afirmaba que un libro remite a otros libros, lo que me conlleva a declarar que un concepto te remite a otros conceptos; sin embargo, esta no es una defensa cerrada a favor de los intelectuales y que de ellos es el reino de la interpretación y el conocimiento, relegando al resto de los mortales a las sobras; porque no solo a través de la acuñación de conceptos se puede llegar a comprender de mejor manera nuestro entorno para llegar al conocimiento.

Hay un dicho que dice: “todos los caminos conducen a Roma” para el presente caso, lo modificaré como: no todos los caminos conducen al conocimiento, existen otros, tal como lo señala Nietzsche, (“Sobre verdad y mentira en sentido extramoral” Editorial TECNOS, S.A., 1996); también existe el camino de la intuición, como un camino hacia el conocimiento de manera directa e inmediata. Las personas intuitivas son aquellos seres que por causa de algún destino favorable son predestinados, de una manera que no podemos comprenderlo y, cuyas acciones conmocionará profundamente a las personas y no lo entenderán, no habrá tranquilidad para la muchedumbre, para los fariseos y los saduceos, hasta que esa persona intuitiva haya dejado su cuerpo físico.

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