Desde mi época de periodista policial, desarrollada en Lima, no conocía nada igual; la muerte de José Yactayo Rodríguez, escarapela el cuerpo a cualquiera, es increíble como un joven universitario pueda tener la sangre fría para contar con detalles como ocurrieron tales hechos, pero su cinismo le hace afirmar que no lo ultimó porque ya estaba muerto de un infarto, y solo seccionó su cuerpo.

Aquellos que hemos formado parte de los planteles de medios de comunicación en la capital de nuestro país, podemos dar fe de la crueldad que hacen suya los narcotraficantes para cobrar venganza y asesinar a quienes los traicionan, por esto, todo parecía indicar en el caso Yactayo, que podría haber ocurrido algo de esto, pero no se entiende como un estudiante podría perpetrar ello.

El supuesto victimario, según su propia versión, se asustó cuando Yactayo se desplomó por sobrevenirle un infarto a consecuencia de una sobredosis de drogas, lo que no dijo, es si ambos la consumieron, o solamente la víctima, la pregunta es: ¿era necesario seccionar el cuerpo inerte con un cuchillo, de quien se sostenía una relación, y luego desaparecerlo y ocultarlo?, parece extraño.

Pero, lo más increíble resulta, que de ocurrir este escenario, la ley, que es imperfecta, no le alcanzaría al supuesto asesino, porque según se afirma, por seccionar un cuerpo no existe delito, porque no se estaría configurando un homicidio, habida cuenta que el sujeto habría fallecido como consecuencia del estupefaciente que consumió, no por efectos de violencia ni criminalidad.

La muerte del periodista audiovisual y de documentales, que según se afirma, era a lo que se dedicaba Yactayo Rodríguez, nos demuestra que muchas veces, no sabemos con quiénes estamos tratando en el día-día, conocemos quizá su actividad, pero no su vida personal, y si las cosas son como la plantean hasta el momento las investigaciones, todo parece indicar que Yactayo sería gay.

Está visto que las redes sociales, tienen gran protagonismo en situaciones donde jóvenes con mayores establecen una relación, la tecnología por lo visto, se ha convertido en un arma criminal, ya no solo se habla de pedofilia, juegos peligrosos, pornografía, sino además de asesinatos, sino como explicar que alguien de 56 años haga cita amorosa con un joven contactándolo vía internet.

La posterior visita del periodista Beto Ortiz a la casa de la víctima con un especialista informático para recabar información de su computadora, establecería una relación de este con la víctima, que podría involucrarlo en temas que van más allá de un asunto profesional, lo lógico sería que Ortiz se hubiera preocupado por lo ocurrido con Yactayo, antes de hacerlo en asuntos que ambos tenían.

Todo esto, que viene ocurriendo, nos hace repasar nuestros actos, y ser selectivos al momento de tener una relación, sea de amistad, afectiva, de negocios, e incluso profesional, “más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer”, dice un refrán, lo que nos demuestra que hay que evitar relacionarnos con extraños, porque nadie sabe con qué monstruo, o salvaje estaríamos tratando.

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