20 abril, 2024

La curva de fallecidos por efectos del coronavirus, ha mostrado una ligera desaceleración respecto de las semanas anteriores, sostuvo el lunes, la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Claudia Cornejo Mohme, en la sede de la PCM, señaló que la desaceleración ha sido impulsada por las regiones que se encuentran dentro de la clasificación de nivel de alerta extremo, según aseguró.
Empero, cada vez que se registra una reducción de fallecidos, por efectos del coronavirus, los peruanos saltan de un pie, y empiezan a manifestar su triunfalismo, el cual se expresa en ganar las calles y abandonar las medidas de restricción, y eso pasa por que somos un pueblo que se aferra a la libertad y amor a la parranda, la diversión y la efervescencia de disfrutar al límite sus espacios.
El temperamento del peruano, tiene eso, que lo condiciona a desobedecer las normas con habitual desacato de todo lo prohibido, como un niño al que sus padres, le dicen: ¡No hagas eso hijo! y peor lo hace, esto ocurre permanentemente entre aquellos que se infectan del coronavirus, bajo los efectos de contravenir lo dispuesto, son los que sacuden la noche festejando en las discotecas.
El toque de queda, durante la pandemia, ha pasado a ser, desde la seriedad que debe asumirse esta medida radical de preservación del orden y la integridad física, en un chiste de cantina, la gente sigue saliendo a las calles sin ningún temor, envalentados por la complacencia de los policías no habituados a disparar contra el civil. La voz: Alto o Disparo, común ante el blanco, ya no existe.
Los peruanos no tomamos conciencia, que el país vive una guerra viral por efectos del coronavirus, que hasta la fecha ha generado más muertes que el terrorismo del demencial Abimael Guzmán y sus hordas criminales, y su marcha a la ciudad destruyendo torres de alta tensión y sacrificando la vida de custodios juveniles, aniquilando autoridades y a todo aquel que se pusiera en su camino.
El terrorismo fue la época más criminal que el país recuerda, comenzó en 1980 y concluyó en 1992, doce años de guerra fratricida. Para ofrecer seguridad a la población, el gobierno de esa época implantó el toque de queda con policías y soldados abandonando los cuarteles y cubriendo las calles, todo aquel que era descubierto bullendo quedaba detenido y el sobresalto se instalaba.
Las nuevas generaciones tienen total irrespeto por las autoridades de nuestro gobierno y observan a policías y soldados como sus enemigos, no asumen que estos cumplen un rol ante la sociedad, cuidando a la democracia, el estado de derecho y a la vida humana; son el muro de contención ante el ataque subversivo en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y la trata de personas.
No seamos pues mala leche, tras el anuncio de la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Claudia Cornejo Mohme, respecto al descenso de fallecidos en el Perú, por efectos a la covid-19, que da una leve esperanza de seguir luchando contra el coronavirus de manera eficaz, no registremos un escenario negativo, con gente irresponsable, que desacata las medidas para continuar la farra.

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