Un año antes de la publicación de ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986), de Mario Vargas Llosa ―una novela policial que leí de un tirón en la Biblioteca Nacional de Abancay, en Lima, en el año 2009, sorprendido y emocionado por su ritmo trepidante y trama intrigante―, se editó a mediados de década Pólvora para gallinazos (1985), de Mirko Lauer, una novela que su autor tilda de “parapolicial”. Este rótulo se deba tal vez porque contiene todos los elementos de las novelas sobre detectives, mafiosos, asesinatos, traiciones, drogas, enfrentamientos a mano armada y un largo etcétera, pero desarrollada de una forma singular, ya que incursiona en la política, la historia, la cultura, la psicología o la crítica social.

Pólvora para gallinazos (Vulgata Ediciones, 2023) ha sido reeditada de nuevo y, según el editor Julio Buitrón, cuando la leyó en la época que trabajaba su tesis de licenciatura le pareció una novela fenomenal, bien escrita, excelentemente planteada, estructurada con oficio, y por eso el entusiasmo fue tan grande que decidió hacer una nueva edición luego de 38 años desde su primera edición; además, con el mismo entusiasmo, piensa reeditar Secretos inútiles (1992), una novela que dio mucho que hablar en los noventas.

Por su parte, Mirko Lauer es el archiconocido columnista de opinión del diario La República, poeta de gran reconocimiento, ensayista literario bien informado, y, como toda figura pública, atizador de polémicas en ciertas coyunturas políticas, económicas, sociales o culturales de las que participa activamente. Escuché incluso que su libro reeditado generaría reacciones a favor o en contra en el público, ya que los autores que rozan con los temas gubernamentales nunca pasan desapercibidos debido a las pasiones que despiertan la política.

Cuando salió la novela, Mirko Lauer utilizó el seudónimo de C. C. García por temor a represalias del terrorismo campante en esos años en el Perú. Además, por cierta censura del gobierno norteamericano y peruano, ya que, en dicha época, era un tema que podría provocar tensiones y problemas en la opinión pública peruana. Según lo que me contó el editor, Mirko Lauer dijo que fácilmente podrían amenazarlo de muerte o atentar contra su vida si lo publicaba con su firma original.

La novela estudiada tiene como protagonista central al doctor García (un detective privado, como lo fue, por ejemplo, Philip Marlowe, cuyas aventuras disfruté de niño en El largo adiós) quien, en las primeras páginas, recibe la visita de una pareja de esposos (los Sobrevilla) que le encargan buscar a su hijo desaparecido en un viaje que hacía de Piura a Lima llevando un cargamento de arroz en un camión. Ellos quieren saber su paradero o, también, si ha sufrido una tragedia.

Sin embargo, la situación que parecía simple se tornará más compleja cuando se descubra que la persona buscada no es el hijo de los esposos, sino que aquel se hacía pasar primero por un hombre llamado Ardiles, quien falleció hace mucho tiempo atrás, y luego el doctor García descubre que al hombre que él buscaba era a Walter Chamúdez, quien, al final, será el punto de inflexión que esclarecerá casi toda la trama. Por lo tanto, el trabajito de investigación no está nada fácil, ya que se desconoce la identidad de la víctima y su relación con la trama.

En medio de esa trama planteada encontraremos a más detectives, dobles agentes, asesinos a sueldo, narcos y contrabandistas, que desfilarán en los terrenos del Pentágono, tribus amazónicas, Miami, el tablazo de Sechura, parajes de Colombia, el centro de Lima y las amenazas de las bombas atómicas. Todos ellos trazados en escenas fuertes con asesinatos, traiciones, torturas, emboscadas, persecuciones, enfrentamientos sangrientos y todo lo que se podría esperar de las novelas de este género con un fuerte pozo a tierra con el cine de acción.

Existen escenas fuertes en la novela, con situaciones al límite, que llamarán la atención del lector. Por ejemplo, cuando el doctor García estará a punto de ser asesinado (en cierta emboscada matan de varios tiros al hombre con quien conversaba y él tiene que hacer proezas para salir vivo), será capturado por sus enemigos (al menos hay dos escenas con dicha situación), participará en enfrentamientos espectaculares (balaceras, incendios o bombazos), entre otros.

Sobre esta novela, el escritor Ricardo Sumalavia ha dicho: “Esta novela se vale de todos los elementos de la novela negra hasta llevar la historia a un caso de mafias y organizaciones internacionales que lo único que consiguen es arrastrar al doctor García por diversos pasajes en los que él mismo se convierte en el objetivo de los asesinos. A toda costa se busca ocultar una verdad, la cual, por lo demás, nunca emerge completa. Aquí todos son sospechosos. No por nada la primera frase de la novela es crucial: ‘El hombre parecía más un sospechoso que un posible cliente’”.

Destaco un punto en la novela donde el doctor García se da cuenta de que todos los hombres de sus clientes y los personajes que le dan pistas sobre sus objetivos están muertos o están muriendo uno a uno, lo que revela la magnitud del peligro en el que se ha metido. Además, la presencia de las fuerzas del orden también es crucial, porque participan en ciertas acciones. Por ello, es una novela policial, o parapolicial, que merece ser leída o conocida.

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Francois Villanueva Paravicino

Escritor. Cursó la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Estudió Literatura en la UNMSM. Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019), Sacrificios bajo la luna (2022), Los placeres del silencio (2023). Textos suyos aparecen en páginas virtuales, antologías, revistas, diarios y/o. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relatos (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Semifinalista del Premio Copé de Poesía (2021). Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España.

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