El 2023 ha sido un año intenso y prolífico. He leído y he escrito demasiado. Tengo dos novelas en proceso para alcanzar su máxima forma y aún sin publicar, también tres libros de cuentos inéditos y en proceso de su forma ideal, dos poemarios inéditos en los que estoy trabajando para lograr su publicación destacada. Por otro lado, he leído más de 240 libros este año, sin contar las revistas literarias que me publican algunos textos y que leo de principio a fin siempre.
Entre las mejores lecturas que disfruté este año destacan, por ejemplo, durante enero del año pasado, La piel de zapa de Honoré de Balzac, una novela que tenía pendiente y que, como otras muchas obras de este genio francés, me deslumbró por su fortaleza prosística. Además, la Poesía completa de San Juan de la Cruz, un verdadero poeta que, como todos los de su igual condición, develan el espíritu de su época. También, El barón rampante de Ítalo Calvino, un placer que tenía relegado desde hace tiempo. Además, Cumbres borrascosas de Emily Brontë, una novela que la sentí todavía fresca. Y, además, El lenguaje de los espejos de Carlos Rengifo, que un amigo me la recomendó y que la disfruté mucho al comprobar su destreza.
Durante los dos siguientes meses releí los primeros poemarios de Jorge Luis Borges, pero definitivamente él es muy superior en sus relatos. Una publicación que me gustó mucho en esos días fue La risa de Henri Bergson. Y, además, El conde de Montecristo me pareció una obra maestra, una novela cumbre de la literatura. Los Cuentos completos de Evelio Rosero también fueron una buena opción de lectura. Carpe Diem de Saúl Bellow me pareció una pequeña joya de la literatura realista norteamericana. Y Doktor Faustus, de Thomas Mann, está a la altura de La montaña mágica o Los Buddenbrook, óperas magnas de la novelística del siglo XX.
En abril me llamaron demasiado la atención los Poemas selectos de Fernando Pessoa y Moralidad de Stephen King. Los genios de Jaime Bayly creo que fue la mejor novela peruana publicada este 2023, tal vez la mejor novela de su autor, que tiene en su haber Los últimos días de la prensa y El cojo y el loco, que son buenísimas. Además, No es país para viejos, del excepcional Cormac Mc Carthy, fue el puntillazo final para afirmar que este escritor norteamericano era un genio. Todas sus obras hablan bien de él.
En mayo me encantó La velocidad de la luz de Javier Cercas, también otro peso pesado de la literatura en idioma español. La dama de picas del innovador ruso Alexander Púshkin fue divertido. Tarás Bulba de Nikolái Gógol fue un verdadero descubrimiento; de razón grandes escritores la alababan. El país de los ciegos y otros relatos de H. G. Wells asimismo fue todo un placer leer, lo disfruté muchísimo. La sinfonía pastoral del genial André Gide también me enseñó bastante. Y definitivamente esta lista estaría mal si no estuviese El callejón de los milagros de Naguib Mahfuz, un libro fenomenal.
Los siguientes meses me regocijé demasiado con la relectura de los Cuentos completos de Edgar Allan Poe. Además, de Cien cuyes de Gustavo Rodríguez aprendí muchísimo. Y el genial Oscar Wilde no podría faltar sin sus artículos y ensayos, géneros que él cultivó con excelencia. La poesía completa de François Villon, releída de nuevo y disfrutada a cabalidad, fue un acierto destacado. Como gustéis de William Shakespeare es, a todas luces, una comedia excelente; y Otelo, una tragedia de su vuelo. El ensayo La conquista de la felicidad de Bertrand Russell fue magistral. La relectura de Las flores del mal de Charles Baudelaire, que siempre provoca ser releída, me extasió. El cerco de Londres de Henry James debe ser recomendada siempre. La Poesía completa de Stéphane Mallarmé también fue genial. Lecciones para un niño que llega tarde de Carlos Yushimito fue genial, también. Elogios, La gloria de los reyes, Anábasis, Exilio de Saint-John Perse son, como merece a uno de los mejores poetas del siglo XX, obras perfectas. El monarca de las sombras de Javier Cercas fue genial también. Poesía selecta de Nicanor Parra también me entusiasmó.
Salón de belleza y Canon perpetuo, del genial Mario Bellatin, también no tienen pierde. Los releí y la impresión positiva todavía sigue vigente. Alguien va a venir y Trilogía de Jon Fosse son espectaculares. Averno y El iris salvaje de Louise Glück son grandiosos poemarios también. Feminismo socialista y revolución de Alexandra Kollontái es un grandioso ensayo. Le dedico mi silencio de Mario Vargas Llosa me encantó también; es, definitivamente, una de sus grandes obras de la última década. Pequeños poemas en prosa de Charles Baudelaire, releída con placer, es recomendable siempre. Además, la Poesía completa de Sylvia Plath es excelentísima.
El gran poemario que me faltaba leer de forma íntegra era Cantos, de más de mil doscientas páginas, del genial Ezra Pound, y comprobé que todo lo que decían de él era cierto: un endemoniado genio de la poesía, un poeta cabal, pero también fascista y racista, y por eso deplorable (no sé si caigo en la santurronería), que incluso es explícito en aquel opus magnum de la lírica. Y, finalmente, De tu tierra y El camarada de Cesare Pavese, novelas breves pero intensas.
Estos libros alcanzaron el puntaje de diez de diez, pero hubo varios también que alcanzaron nueve de diez, como Aquello que agoniza entre nuestros dedos de Stuart Flores, Notas para un poema encontrado de Cristhian Briceño, El monje de Praga de Marco Martos, Poesía selecta de Bertolt Brecht, Rumbo a lo infinito de la propia voz o un viaje mientras dormía por años de Gonzalo Dávila Bolliger, Imágenes en silencio de Rafael Roque Rebaza, El libro de los sacrificios de Jorge Santiago, Revuelos en el llano de Óscar Gilbonio, No somos nosotros de Ricardo Sumalavia o Cinco para las nueve y otros cuentos y La pasajera de Alonso Cueto. Y puede que haya alguna u otra lectura que se me escape, pero lo que debe hacer siempre el lector es comprobar por sí mismo cada recomendación. ¡Adiós 2023!
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Francois Villanueva Paravicino
Escritor. Estudió Literatura y la maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019), Sacrificios bajo la luna (2022), Los placeres del silencio (2023). Mención de honor del Premio Nacional de Relato Corto (2023) “Feria de Libro de Amazonas”. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relato (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Semifinalista del Premio Copé de Poesía (2021). Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España.