Carlos Iván Landa Kerschbaumer

Aunque es evidente que Pedro Castillo Terrones tiene todos los boletos comparados, porque su participación en los hechos delictivos denunciados por el Ministerio Público, lo sindican como la cabeza de una organización criminal que opera desde Palacio, existe escepticismo que su deuda social pueda saldarse a futuro, empero, pese a discursos confusos, la verdad parece abrirse paso.

El oficio de mentir y escamotear la realidad, con una serie de argucias, no tiene límites en el gobierno de Castillo, respaldado en segunda elección previo a instalarse en el poder para regir los destinos de la Nación, mandato muy irregular, porque la izquierda para mantenerse viva prefiere privilegiar a acólitos que participaron en campaña, que cumplir con funciones de Estado.

Luego de una reñida elección, que se definió por 50 mil votos, similar convocatoria de aficionados a un estadio, para observar un clásico del fútbol peruano, el presidente anunció que gobernaría para todos los peruanos, pero no es así, si así lo hubiera manifestado a la totalidad de pobladores que acudieron a las urnas, votando a su favor o no, demandaba convocar a los mejores técnicos.

Empero, la organización política que encabezó el mandatario bajo la bandera de Perú Libre, al que luego abandonó, aplicó un mal entendido discurso ideológico que dividía al país en dos vertientes, la izquierda versus la derecha, una manera de disociar en vez de asociar, pese a saber que los expertos en política sectorial no los tenía al lado, prefirió tomar a impresentables en su gabinete.

Con relevantes personajes prontuariados, con un pasado de acciones subversivas y afiliados en organizaciones radicales, Pedro Castillo fue obligado a prescindir del jefe de la PCM ministros de Trabajo, Educación y Relaciones Exteriores y otros quienes tuvieron que ser echados del gabinete por el congreso por ser insostenible su participación con serios cuestionamientos en sus gestiones.

Con personajes sin experiencia funcional en los portafolios, direcciones, y mandos intermedios, el presidente fijó posición y decidió darles la oportunidad a muchos personajes desconocidos que tenían cercanía con su persona, no solo participantes de su campaña, sino paisanos de su lugar de origen, en los que se incluyen militares, policías y sujetos con cuestionada trayectoria e inicuos.

Como si se tratara de una combi, donde se recogen a pasajeros sin seleccionar ni revisar sus antecedentes, por tratarse de transporte público, así ha sido el comportamiento del gobierno de Castillo Terrones para ubicar a funcionarios al frente de las instituciones públicas, nadie que preste garantía de buen gobierno, con ellos llegaron cargos mal habidos y desacreditados para el Estado.

Con esa mochila en sus espaldas, el mandatario Castillo decidió repartir a diestra y siniestra los nombramientos jerárquicos, que requerían años de experiencia, lo que vino después fue la suma de delitos cometidos por muchos impresentables desde las instituciones públicas, y las 92 investigaciones que la justicia realiza, deslindando casos constitucionales y penales en el contexto.

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