Carlos Iván Landa Kerschbaumer
Cada vez que existen convocatorias electorales para elegir autoridades políticas hay que cruzar los dedos, porque existen razones para indicar que existen radicalismos que priorizan su ideología por encima de la neutralidad política y económica, de generar consensos por la unidad del país, que requiere buenos propósitos y argumentos sólidos, que se sostengan en ámbitos democráticos.
Empero, cuando las cosas no salen como se tiene pensado salen los extremistas a cuestionar todo lo que se hace en el país, donde la izquierda se siente defraudada por no haber sostenido su proyecto político, que tenía a Castillo como ejecutor de sus ideas a ultranza, esto es, hacer un país basado en clientelismo popular y así continuar meciendo a los electores con entrega de dádivas.
Cuando cayó el régimen de Perú Libre debido a la metida de pata de Pedro Castillo, que había construido una suerte de castillo de arena, es decir endeble, por no tener programa de gobierno que lo respalde y solo avanzando de acuerdo a lo que aportaban sus asesores, es decir haciendo camino al andar, quedó claro, que tenía pocas esperanzas de continuar engañando a los peruanos.
Con un saco de denuncias a cuestas, preso por querer cerrar al congreso y a las instituciones públicas y ser echado por sus propios partidarios por ser un mandatario usurpador, desde el golpe, a la izquierda no le quedó otra que llorar sobre leche derramada, al acceder Dina Boluarte al poder por sucesión constitucional, Perú Libre y otros, sabían que la novela había llegado al final.
Sin proyecto político a ultranza, dilapidando recursos por servir a un clientelismo político, que vive de los votos que entrega a los gobernantes de turno, por efectos partidarios, para que le construyan una losa deportiva, una pista, o un lugar recreativo, mientras el grueso vive de dinero público, la izquierda no tiene otra que fustigar a la presidenta Boluarte culpándola de su fracaso.
Aunque la actualidad no es lo mejor que existe, y se culpa a a la presidenta de la república de no tomar buenas decisiones, no cabe duda que es lo que hay, es lo que se consiguió, por efectos de los votos, un país gobernado por improvisados; Castillo y Boluarte, que fueron los que iniciaron, lo que sigue, es un nuevo gabinete pero que no les alcanza a estos para arrojar lo malo del gobierno.
En ese contexto, la izquierda en el país, tiene un antes y un después, con Pedro Castillo de protagonista, quien pateó el tablero desde que fue electo presidente, con el encargo de gobernar para todos los peruanos, el comienzo fue funesto para todos los que observamos los pasos que trazan las autoridades, en el caso específico del exmandatario, fue de permitir acciones criminales.
Está claro, que Pedro Castillo Terrones, seguía un derrotero radical, aunque siempre hablaba de una supuesta democracia, que no existía, lo suyo era desarrollar un proyecto político a ultranza, de alentar nacionalismos trasnochados en la cosa pública y marcar distancias de los privados, por lo cual entregó mucho poder a las comunidades que generaron una clara obstrucción a la minería.
Lo cierto es que el canon, nunca alcanzó los objetivos que requería el país para generar desarrollo, lo cual se traduce en falta de recursos para construir carreteras, escuelas, y otros, a consecuencia de la paralización de la minería, el gobierno quedó sin recursos para hacer frente a las necesidades del país, fue incapaz de comprar úrea para la producción agrícola en circunstancias de necesidad.