El título original del libro es De los héroes, el culto de los héroes y lo heroico en la historia (1841), y son un conjunto de seis conferencias que dictó un año antes en distintos días Thomas Carlyle, el escritor, ensayista, historiador y filósofo escocés del siglo XIX, y, según los entendidos, es el testimonio de su gran adoración por los grandes personajes de la Humanidad que él admiró por su amor a su obra, a sus acciones y, en general, a su vida, de figuras trascendentales como Dante, Mahoma, Shakespeare, Johnson, Rousseau, Lutero o Napoleón.
Como siempre afirmo, leer textos clásicos de literatura, filosofía, historia o de cualquier rama social o humanista, es un deleite que no se debe privar a nadie. Yo los recomiendo siempre. Con ellos uno puede encontrar placer en un momento de displacer, paz en un arrebato de intranquilidad, alegría en un relámpago de tristeza, inteligencia en un instante de insipidez. Un buen libro siempre es una grata compañía y una grandiosa felicidad. Y como decía Jorge Luis Borges, si uno elige la lectura, elige la felicidad.
El libro de Carlyle tiene seis conferencias y cada una le dedica a distinto héroe: el héroe como divinidad, el héroe como profeta, el héroe como poeta, el héroe como sacerdote, el héroe como literato, el héroe como rey. Los más impresionantes, a mí como escritor y lector asiduo de literatura, me parecieron los dedicados a los poetas (Dante y Shakespeare) y a los literatos (Johnson, Rousseau y Burns).
En los dedicados a Dante y Shakespeare, Carlyle se rinde en elogios y alabanzas ante todas las obras de ambos grandes poetas. Los analiza desde el aspecto físico, espiritual, económico, escritural, y afirma: “Si la Naturaleza produce un Alma Heroica siempre podrá revestir la forma de Poeta”. Y al final cierra con broche de oro destacando: “Sí, ciertamente gran cosa es para una Nación tener una voz que hable por ella, producir un hombre que exprese melódicamente lo que siente su corazón”. Del dramaturgo inglés dice: “Si digo que el Intelecto de Shakespeare es insuperable habré dicho bastante sobre él”. Y Dante señala: “Es el espíritu de Dante, el de la Edad Media rítmicamente traducido, dificilísimo trabajo, laboriosísimo, perfectamente cincelado”.
Y de los héroes literatos, por ejemplo, reflexiona ya sobre el arte mercantil de producir y vender libros, y vivir de ellos. Ese aspecto me llamó mucho la atención ya que, de algún modo, reflexiona sobre el escritor profesional. De Samuel Johnson se realza su sinceridad literaria, de Jean-Jacques Rousseau se ahonda en su carácter mórbido y de Roberto Burns se analiza su poder de superación, aunque al final cayó en el fracaso debido a su propio éxito. A estos tres los elige por haber sido, como diríamos hoy, best seller o personajes demasiado públicos por su talento y su obra impresa. En especial por esto último: “Heroísmo en el porvenir mientras subsista el maravilloso arte de la Escritura o su reproducción, llamado Imprenta”. También se reflexiona sobre la pobreza que viven y vivieron ciertos escritores, y todo por la decisión de dedicarse de lleno a la literatura.
La frase “La verdadera universidad es una colección de libros” es atribuida a Thomas Carlyle, porque está explícita en la conferencia dedicada a los héroes literatos. Esta cita resalta la importancia del aprendizaje autodidacta y la búsqueda del conocimiento a través de la lectura y el estudio independiente. Carlyle creía firmemente en el poder de los libros como una fuente de sabiduría y conocimiento, y consideraba que la educación no se limitaba a las instituciones académicas formales, sino que podía encontrarse en la amplia gama de obras literarias y textos disponibles.
En ese sentido, Carlyle desarrolla su teoría del “gran hombre”, que postula que la historia es moldeada por la influencia de individuos excepcionales que ejercen un impacto significativo en su época. Sostenía que los “hombres grandes” eran quienes dirigían el curso de la historia a través de su voluntad, carácter y liderazgo. Y todo ello lo desarrolla con su estilo literario vigoroso y expresivo, que incorpora elementos poéticos y retóricos. Su prosa es a menudo elocuente y emotiva, con un uso distintivo de metáforas y analogías para transmitir sus ideas de manera vívida y persuasiva.
Carlyle argumentaba que los héroes eran esenciales para el progreso humano, ya que encarnaban las cualidades que inspiraban a las personas a luchar por el cambio y el avance en la sociedad. Creía que, en cada época, los héroes emergían para desafiar el status quo y conducir a la humanidad hacia nuevas posibilidades (por ejemplo, como Martin Lutero, Mahoma, Oliver Cromwell o Napoleón). Según Carlyle, los héroes no eran necesariamente personas perfectas (como Dante en su aspecto físico o como Rousseau con su salud), sino individuos dotados de una gran energía y determinación que los impulsaba a superar obstáculos y afrontar desafíos con valentía y resolución. El culto de los héroes, según Carlyle, era una manifestación de la necesidad humana de encontrar modelos a seguir y líderes que guiaran el camino hacia un futuro mejor. Creía que las sociedades necesitaban héroes para inspirar y elevar el espíritu humano, y que el culto de los héroes era una expresión de admiración y reverencia hacia aquellos que personificaban las virtudes más nobles y elevadas.
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Francois Villanueva Paravicino
Escritor. Estudió Literatura y la maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019), Sacrificios bajo la luna (2022), Los placeres del silencio (2023). Mención de honor del Premio Nacional de Relato Corto (2023) “Feria de Libro de Amazonas”. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relato (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España.