No en vano Arguedas se sumergió en Los ríos profundos
y descubrió Raimondi el “Papel arrugado”.
No en vano Robles Alarcón sembró Sara Cosecho
y nació Chabuca Granda con alma de compositora.
No en vano Samanez Ocampo estuvo en palacio
y dejó Espinosa Medrano un lunar en la historia.
No en vano Micaela Bastidas
es raza es sangre es nervio es heroína del Perú.
¡Cuántos Areches temblarán todavía al oír su nombre!
Miren ese profundísimo Cañón del Apurímac,
como tajo del Mar Rojo sobre los Andes.
Oigan al poderoso río Apurímac
que tañe en las hondas quebradas,
repica en las cumbres nevadas
y ronronea a los tímpanos celestiales.
¡Por eso le llaman el Dios que habla!
Aquí está Abancay, el Valle del benigno Clima Primavero-Estival,
al pie del verde-níveo Santuario Nacional del Ampay,
bailando los carnavales entre intimpas y amancaes,
desde el puente Pachachaca hasta el monolito de Saywite.
Ahí espera Andahuaylas, idílica Pradera de los Celajes,
con su engreída laguna de Pacucha y las ruinas de Sóndor.
Ahí permanece Chincheros con su devoto templo de Cocharcas.
Allí Aymaraes, vibrando con su Yawar Fiesta.
Allá Grau, Antabamba y Cotabambas,
con sus vientos fríos y lindos tejidos,
a galope de caballos y laceo de toros,
brindando bellos danzares y alegres cantares…
Autor: Hermógenes Rojas Sullca