«Un hombre no puede enfadarse con su propio tiempo sin sufrir algunos daños» Robert Musil

A principio de los años 90s ya con el declive de la violencia desatada en el país, Ayacucho entro en una época de relativa tranquilidad, no había pues el caos que hoy reina soberana por todas las calles de nuestra ciudad.

Ayacucho se convirtió en un lugar tranquilo y apacible para vivir, no había el caos vehicular que vemos hoy en día, con las justas había unas cuatro líneas o rutas de transporte público, las más emblemáticas que recuerdo por aquellos años eran las líneas Nº 01 y Nº 02, con los recordados modelos Dodge 300 que eran muy característicos de la época, y que seguramente muchos tuvieron la experiencia de estar sentado en uno de ellos.

Recuerdo que muchos padres aguardaban junto a sus menores hijos en los paraderos de estos buses para embarcarlos a la escuela, tal era el clima de confianza por aquellos años que era un práctica muy extendida, muy común. Incluso podía sentirse un aire de respeto y de cierto cuidado de los transportistas de aquellos años, ahora, con eso no quiero decir que todo era felicidad, también había los que no eran para nada prudentes y respetuosos, pero al menos era mejor que ahora.

Es una verdadera lástima ver en lo que Ayacucho se ha convertido hoy en día, yo no sé qué pecado estaremos pagando para haber llegado a este punto en que ya vivir aquí ya resulta incómodo. Esto es lo que ocurre cuando una ciudad no tiene planificación urbana, y tampoco gobernantes que se ocupen por el bienestar de su ciudad, una ciudad de la cual estar orgullosos, aquí la consigna es el PODER, económico, político…etc.

Una imagen vale más que mil palabras reza el dicho, y esto es lo que ocurre cuando la desidia de las autoridades llega a niveles en donde nada les importa más que sus asuntos personales. ¡Total la calle es de nadie!.

Este es uno de los lugares conocidos como el “paradero Huanta”, el caos aquí es lo normal, y es un caos propiciado por las mismas autoridades que cierran calles sin mediar lógica alguna. En ninguna ciudad he visto que sean las entidades de gobierno las que ponen tranqueras para obstaculizar más aun el tránsito vehicular. Como dice la canción… ¡Cosa de locos!

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