En el mundo de la creación existe un gusanito curioso y un gusanito grosero. El primero invita a explorar el mundo en otro sentido. Se desborda la vida, se enriquecen los sueños, se enaltecen las sensaciones, se vuela sin alas. El segundo gusano es la inconformidad ante este hecho de cosas, es el causante del vómito por la indigestión de una realidad incómoda. Lo que para unos es una cotidianidad cómoda para otros es un suplicio. La existencia entonces parece una lucha contra molinos de viento ¿Son meras ilusiones nuestros enemigos?¿El gusano grosero es el causante de nuestro pesimismo?, ¿es pesimismo? No lo sabemos. El creador está moviéndose constantemente entre esta dualidad; la maravilla por la existencia y el rechazo de ésta.

En ambos casos, el artista utiliza estos estímulos (amigables o desagradables) para su obra. Que dicha producción sea bella o fea es cosa de convencionalismos. Algunos artistas nacen antes de tiempo, como Van Gogh y se adelantan años luz de la época en la que viven. Sin embargo, éstos tienen tanto que decir a la humanidad que por siglos su obra sobrevive al paso del tiempo, tal es el caso de Los Miserables de Víctor Hugo.

Sin embargo, algunos autores parecieran no decir nada. Éstos nacen muertos, como sus obras. No entusiasman, no critican, no mueven, no tienen partidarios ni detractores. Unos que otros logran atraer inversores que permiten la producción de un producto inanimado. Los gobiernos son especialistas en patrocinar artistas moribundos que venden su “sensato sentido artístico” (si es que alguna vez lo tuvieron). Cuántos artistas nonatos tenemos en nuestra América, que se entregan a estos desgobiernos autoritarios. De esta forma, el creador, hecho fiambre, acaba con la finalidad del arte; su capacidad de transformar. Estos individuos sostienen el poder hegemónico (desde lo estético) negando la politicidad de toda producción artística. Por ende, son la reproducción en masa de lo anti político, la negación de las realidades de su contemporaneidad y su ubicación geográfica. Son parásitos del sistema, de los gobiernos, de los hegemones, son gente muerta.

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