Cuando llegó a mis manos el ejemplar de Selección peruana 2015-2021 (Estruendomudo, 2021), empecé a leer casi enfebrecido los once cuentos escritos por los convocados por Ricardo Sumalavia (el antologador que hace de DT) y, al finalizarlo en un promedio de siete horas y dos intervalos, sentí que me hundía en un mar candente de palabras y emociones, que en sus mejores momentos eran olas gigantescas y en otros, aguas de aceptable profundidad.

Con la sana envidia de escritor que ofrece todo de sí en la escritura, me reconfortó la mención que hace uno de los antologados (que también es un atento lector) a mi primer libro Cuentos del Vraem (2017), que aparece en las influencias literarias junto a nombres de grandes clásicos de las letras peruanas y universales, en la sección de los cuestionarios (“Suplementarios”), basado en la antología Narrativa Peruana 1950-1970 (Alianza Editorial, 1973), de Abelardo Oquendo, y que tiene la funcionalidad de rastrear los cambios operados entre los intereses de los escritores en cuestión.

Por ello, junto a la lectura de las óptimas creaciones de ciertos escritores que sigo muy atento sus pasos, ya por su oficio, su destreza y su entrega, y que ya son un referente inmediato de nuestro tiempo en las letras nacionales, me pareció en gran medida un acierto la convocatoria forjada por el también escritor Ricardo Sumalavia, que, como ocurrió con la anterior selección (2000-2015), reveló con juicio a voces narrativas que deben promocionarse y, también, merecen todo el apoyo para gozar de lectores.

La mayoría de los nombres que aparecen en la lista de los once convocados (María José Caro, Cristhian Briceño, Stuart Flores, Gimena Vartu, Romina Paredes, Charlie Becerra, Yero Chuquicaña, J. J. Maldonado, Luis Francisco Palomino, Malena Newton y Andrea Rivera Carrillo), sino todos, son escritores conocidos por los círculos literarios de Lima o, incluso, del interior del país. Y es que la escritura es un arte, y el escritor es un artista, es decir, un personaje público.

Desde mi experiencia de lector y gran veedor de partidos futbolísticos (siempre he acostumbrado a comparar el placer de espectar un grandioso partido de fútbol con el inmenso clímax que produce una lectura de un gran libro), creo que los que trazaron jugadas maestras y anotaron un gol de lujo fueron Cristhian Briceño Ángeles, Stuart Flores y J. J. Maldonado, cuyos cuentos fácilmente podrían aparecer en cualquier antología de índole internacional.

Son tan buenos aquellos cuentos que solo pudieron ser escritos de aquella forma en la que fueron desarrollados por sus creadores, y me parecen por eso logrados y válidos. Además, los tres son escritores que conocen su oficio, y cuyas obras literarias ya publicadas lo corroboran ante el lector más exigente y crítico. El lector o escritor que se atreva a conocerlos no saldrá decepcionado.

Basta leer “Los trabajos” de Cristhian Briceño Ángeles, donde los sórdidos personajes son asolados por una atmósfera distópica que los enfrenta de forma corrompida, en decadencia. O “La piel fría”, de Stuart Flores, que, creo yo, ha escrito una lograda elegía en forma de cuento que aturde con una fina sensibilidad. O “Hijo de Dios”, de J. J. Maldonado, que narra con solemnidad la historia de un desquiciado que se convierte en un feroz asesino y pervertido.

Por otro lado, llama mucho la atención la presencia de las voces femeninas (casi la mitad del equipo), que, creo yo, la mayoría también “sudaron” la camiseta. Desde la atmósfera familiar de violencia y poder a través de los ojos de una niña en “Beirut” de María José Caro hasta aquel canto a la fe y a lo sacrosanto, con pinceladas de lo absurdo, que es “El niño sagrado de Puchi”, de Gimena Vartu, creo que el lector también disfrutará estas propuestas narrativas.

Cabe resaltar que esta nueva antología forma parte de un proyecto editorial que Estruendomudo refrenda tras lo llevado a cabo en el 2007 (un equipo conformado por Santiago Roncagliolo, Sergio Galarza, Alexis Iparraguirre, Carlos Yushimito y otros) y el siguiente en el 2015 (que incluía a Katya Adaui, Claudia Ulloa, Francisco Ángeles, Gabriela Wiener, Daniel Alarcón, entre otros). Y desde entonces se ha convertido en un referente de consulta para conocer lo que se viene trabajando en la literatura peruana joven; es decir, qué senderos vienen tomando los jóvenes escritores peruanos.

Según el crítico literario Antonio Moretti este libro: “Es una excelente muestra narrativa y, sin duda, una de las publicaciones más interesantes del año, junto a la colección Bicentenario de Pandemonium editores y la anunciada antología Esta realidad no existe (2021), organizada por los escritores Alexis Iparraguirre y Francisco Joaquín Marro”.

Por su parte, el escritor Aaron Alva ha manifestado lo siguiente en la página web cultural CuentaArtes: “la nueva Selección Peruana llega al campo de juego con buen pie, entrenada con los recursos de su tiempo y fresca de cara a lo que viene. Buen trabajo del DT Sumalavia al elegir su equipo, aunque, siempre, por supuesto, y es lo natural y hasta saludable, haya dudas de si tal o cual es el idóneo en su posición”.

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Francois Villanueva Paravicino

Escritor peruano (1989). Egresado de la Maestría en Escritura Creativa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Estudió Literatura en la UNMSM. Ha publicado Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019) y Azares dirigidos (2020). Textos suyos aparecen en diversas páginas virtuales, antologías, revistas, diarios, plaquetas y/o; de su propio país como de países extranjeros. Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España. También, ha sido distinguido en otros certámenes literarios.

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