El mundo del folclor

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El ex presidente Alejandro Toledo, a finales de su mandato, tuvo un bajón en las preferencias, su desaprobación era mucho mayor que la del expresidente Kuczynski; ante ello, tuvo la feliz idea de crear el día de la canción andina, a celebrarse cada 15 de junio, si existe el día de la canción criolla porque no extenderla a los artistas del ande, pensó Toledo, y súbitamente subió en las encuestas.
Esto nos trae a colación para quienes no habíamos vivido bajo el influjo de quenas, arpas, y otros instrumentos musicales, tan populares en el ande, el descubrimiento de un mundo artístico singular, con mucho de apasionamiento y no poco de jolgorio, fue a raíz de nuestra amistad con el escritor ancashino Antonio Vergara Collazos, que pudimos conocer a grandes y eximios cultores.
Antonio Vergara acostumbraba visitarnos a la redacción del diario «Hoy», donde teníamos la jefatura de la página de Espectáculos, para publicar algunos artículos folclóricos, como escritor había producido una obra sensacional, relacionada a los parientes europeos de Túpac Amaru, la obra se instalaba en Rumanía, Vergara fue uno de los sobrevivientes del terremoto de Ranrahirca.
Como todo medio periodístico de alcance nacional, el diario «Hoy», tenía una página dedicada al folclor y quien la escribía, era un profesor universitario pero de raíces andinas, que tenía gran amistad con el escritor ancashino, dueño de una pluma sensacional, el experto en historias del ande, convertía a las a veces ignoradas artistas, en reales vedetes, al narrar sus sabrosas historias.
Vergara, era un personaje muy dinámico, nos hizo conocer su casa ubicada en Santa Beatriz, distrito de Lince, muy cerca al parque de la Reserva, y a los principales canales de televisión de la época, Panamericana TV, América TV, Canal 7, Canal 9, todos ellos muy cerca, en su vivienda era frecuentemente visitado por artistas folclóricos, a quienes asesoraba, daba consejos, y palmadas. Con su esposa Vilma, una chica color canela muy guapa, el escritor había encontrado la felicidad, y contagiaba verlos tan felices, entre ellos diseñaban las actividades que deberían realizar, y así mientras el tiempo transcurría, me había convertido en un miembro más de la familia, pasábamos buenos momentos y tertulias en su casa, recibíamos la visita de periodistas, y analizábamos temas. Pero la felicidad estaba por llegar, si bien nuestro trabajo como jefe de Espectáculos era publicar notas de farándula; líos, entredichos, historias para la comidilla de la gente, y ganar titulares, el conocer a Antonio, coincidió, con el crecimiento de mi ámbito profesional, de visitante a teatros, café teatros, pasé a ser cronista de cine; un abanico de posibilidades que deberíamos aprovechar. Además de ello, Antonio Vergara nos hizo conocer el mundo del folclor, nos trasladábamos los sábados y/o domingos a las fiestas andinas que se realizaban en la carretera Panamericana Norte, Carretera Central, Rímac y Lince, donde hacían su presentación afamados artistas folclóricos, conversábamos con ellos animadamente, como amigos, y así, descubrimos un mundo fascinante.

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