Despidos: nuevo virus

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Mientras el Gobierno Nacional hace todos los esfuerzos posibles para que el país pueda reactivar su economía, los negociantes puedan recuperar medianamente sus ingresos, y los trabajadores mantener sus empleos, para que el consumo y el pago de impuestos estén garantizados, hay quienes no piensan igual, prefieren cortar la soga por el lado más débil, echando a sus servidores.
Esto nos demuestra que el mundo está al revés, pues quienes sostienen la economía son los trabajadores, y dejarlos sin ingresos se convierte en una medida drástica e ilógica, que no le hace bien al país, porque los pocos recursos que estos generan, tienen un destino común: la adquisición de productos, para que la economía se mueva, y por ende, los trabajadores conserven su empleo.
Desde que se decretó el estado de emergencia en el país, y los muertos seguían invadiendo los hospitales ante una deficiente política de salud, que no consideró la atención primaria, tampoco la vigilancia en los centros de salud, sino la atención en camas UCI con especialistas, el país se empobrecía, porque a todos los enviaron a sus casas, mientras se echaba mano de la contingencia.
Pero el remedio resultó peor que la enfermedad, porque la crisis generó el aumento de la pobreza y el retroceso de diez años, de todo lo avanzado, porque somos un país en que solo el 30% de peruanos paga sus impuestos y el 70% por ciento se encuentra en la informalidad, por eso la estrategia fue generar políticas para conservar el empleo y generar préstamos a través de bancos.
Empero, de que sirve abrir los negocios, realizar proyectos y trabajos temporales, que solo son paliativos, si los empleadores echan a sus trabajadores, mientras los comerciantes se mueren de hambre, porque no hay nadie que les compre, la reactivación de los negocios como restaurantes, pollerías o cafeterías, a solo el 40% de su capacidad instalada, ya es una gran pérdida de recursos.
Fue así, que el gobierno sacó como un mago, un conejo del sombrero: la suspensión perfecta de labores, un acuerdo que se encontraba dormido en los archivos, y que nadie lo aplicaba, a partir de allí se generó un nuevo virus, hacer una pausa mientras la empresa se reactiva, y luego permitir la vuelta de sus trabajadores, empero al no tener sustento legal, las empresas quedaron sin piso.
Sin embargo el germen del virus de los despidos, quedó merodeando por allí, lo que parecía que solo se aplicaba a trabajadores privados con sueldos y planillas, de pronto se convirtió en una pandemia porque lo que menos se esperaba, es que las instituciones públicas del país, como los gobiernos locales y otros, se permitieran sin negociación, echar a sus trabajadores insólitamente.
El tema de los adultos mayores es cosa sería en el país, porque no pueden pisar los mercados para hacerse de productos, ir a la farmacia, realizar sus pagos, sino que esa tarea la deben hacer los terceros, pues deben seguir confinados en sus hogares realizando el trabajo remoto desde allí; empero, luego son echados del trabajo, sin atender su condición de vulnerables; todo un abuso. Los despidos en época de coronavirus se vienen aplicando sin ningún estudio previo, «se venció tu contrato y te vas», sin ninguna consideración adicional, que permita a los trabajadores continuar su tarea, en otros tiempos, esto podría tener sustento, pero en la época actual de riesgo de la salud. ¡NO! parecen ser émulos de González Prada: «los jóvenes a la obra, los viejos a la tumba».

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